Por: Zlatica Vrsalovic.
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Momentos antes de tirarme, me reía de los puros nervios! |
Nueva Zelanda, además de ser conocida por sus hermosos paisajes dignos de películas (como por ejemplo El Señor de los Anillos), también es famosa por sus deportes extremos. Además del rugby (que para mi ya es lo suficientemente extremo!), puedes saltar desde aviones, puentes, montañas, etc etc etc. Por supuesto, ninguno me llamaba la atención, primero porque le tengo pánico a las alturas, y segundo porque la adrenalina no es lo mío. Pero lo hice, me tiré de un avión a 10 mil metros de altura!!!! Aquí va mi experiencia….
Para que se hagan una idea, no me subo a las montañas rusas, lloro en los teleféricos y lo paso pésimo en las terrazas demasiado altas. Esa soy yo, una cobarde de las alturas!
Mi pololo Bernardo en cambio, goza con todo esto, le fascinan las montañas rusas, goza en los teleféricos, ya se había tirado en bungi amarrado sólo de los pies, soñaba con el parapente y veía cientos de vídeos de skydive. Por lo mismo, cuando llegamos a vivir a Motueka (un pequeño pueblo al sur de la isla de NZ) y se dio cuenta que en ese lugar existía uno de los mejores lugares para tirarse desde un avión, no paró de intentar convencerme de que nos tiráramos.
Y así estuvo 6 meses! Sí, 6 meses diciéndome que lo hiciera, que me atreviera, que sería la mejor experiencia de mi vida, que no me arrepentiría, etc etc etc. Y cuál era siempre mi respuesta? No, no, no y no!
Pero al cabo de cinco meses, y después de escuchar ciento de veces que debería intentarlo, comencé a pensarlo y darle vueltas al asunto. Busqué información en internet, intentando buscar a alguien como yo, «una cobarde de las alturas que finalmente prueba tirarse de un avión», quería saber qué pasaba con alguien que realmente le teme a las alturas y lo intenta, se arrepiente a último minuto? lo pasa mal? vomita? siente que le da un ataque al corazón? Yo necesitaba respuestas, pero en esa oportunidad ni Google pudo ayudarme (así es que ahora que escribo respecto a esto, espero poder ayudar a alguien que se encuentra en esta misma posición). Así es que seguí pensándolo.
Hasta que un día desperté con la intención de que «podría» intentarlo. Realmente nosé por qué pasó, quizás el clima y todo lo que nos rodeó en ese minuto, que fue una semana de cambio de trabajo y algo por el estilo, más una sed increíble por saltar de parte de mi pareja; que llego el día y el momento de decir (bueno) lo haré. Qué le dijeron a mi pololo, apenas escuchó el ok, me subió inmediatamente al auto y fuimos, yo le decía que fuera rápido antes de que me arrepintiese jajaja.
Pero cuando llegamos el instructor nos dijo que estaba un poco nublado, así que nos agendó para el día siguiente a las 11 de la mañana. «Qué??? De aquí a mañana seguro me arrepiento» pensaba para mis adentros. Para qué les cuento cómo «dormí» ese día!!! Veía a cada rato el momento en que abrían la puerta del avión y mis pies colgaban a 10 mil metros de altura….paaaaffff despertaba de un zuacate!!! Ay Dios mío, no podré hacerlo!!!, pensaba una vez más.
Y llegó el día. Bernardo, por supuesto, estaba sobre excitado con todo esto. Yo, no quería levantarme. Intenté hacerme la enferma, pero nuevamente él me animó a que lo hiciera, que no pensara tanto en cada cosa, que simplemente lo viviera y me dejara llevar. Ok, vamos.
Para qué les cuento el dolor de guata que sentía cuando llegué al aeródromo, más cuando me hacen firmar una carta de consentimiento y números de emergencia por cualquier cosa. Números de emergencia???, pensaba yo, para qué?? Acaso los necesitan?? Puede que los necesiten? Ósea no es seguro??!!!…. (jajaja que atroz ahora que lo pienso)
Recuerdo que mientras esperaba a que nos llamaran, les preguntaba a todos los que se bajaban del avión por su experiencia, por supuesto todos felices. Es que acaso no había ninguna persona como yo en ese lugar que sintiera algo de nervios?
Mis temores se acrecentaron cuando nos llaman para ponernos el traje, los arnés y nos entregan cuanta explicación de seguridad. Estaba tan nerviosa que hasta se me olvidó el inglés, así es que le preguntaba a Bernardo si es que me habían dado alguna instrucción de vida o muerte.
Cuando ya estábamos listos (con los trajes puestos, las manos rayadas con alguna frase que quisiéramos, y los arnés pertinentes), llegó el instructor que se tiraría conmigo y mi amigo camarógrafo/fotógrafo. Digo mi amigo porque gracias a él logré calmar un poco mis nervios, ya que siempre te distraía diciéndote «muéstrame tus manos! Sonríe! Dime algo que quieras dejar grabado!»
Y por supuesto, también llegó el avión. «Vamos! Es nuestro turno!». Ay no!!! En verdad qué estoy haciendo? Nos acomodamos en la avioneta los 3 que saltaríamos (que en realidad éramos 9, Bernardo, otra persona, y yo, más nuestros respectivos instructores y camarógrafos por cada uno). Mientras íbamos ascendiendo, mi guía me iba mostrando el paisaje, (no sabía nada que yo ni quería mirar por la ventana!!) y me iba tirando los arnés cada vez más, cosa que quedara todo bien apretado. Por mientras rogaba a dios que no me diera un ataque al corazón.
Hasta que llegamos a los 10 mil metros de altura (existen saltos hasta los 16 mil, pero claramente yo tomé el más «cercano» a la tierra). Llegó la hora de abrir la puerta. En ese mismo momento me paralizo completamente. Al sentir el viento helado en mi cara siento que quiero arrepentirme. Miro a Bernardo, quien ya estaba con los pies colgando listo para tirarse, y le digo «no puedo!», y me dice «hazlo! Es bacán» y paaaffff desaparece!
Es mi turno (noooooo!!!!). Mi instructor me guía hasta la puerta, mis pies ya se encuentran colgando, y mi corazón esta a punto de explotar. Recuerdo que respiro, respiro muuuuy profundamente por si es que me llega a faltar el aire en los 20 segundos de caída libre. Y por supuesto, rezo.
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Acá nerviosísima con mis pies colgando, respirando profundo y rezando. Tenía terror, y claramente mi cara lo refleja. |
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Ese increíble pero nervioso momento… |
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Creo que en ese momento aún no reaccionaba… |
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Ahí cuando ya tenía conciencia y me sentía feliz de estar volando! |
Uno, dos, tres!!! Me tiré!! En realidad, me tiraron!! Mentiría si les digo qué recuerdo exactamente durante esos primeros segundos porque la verdad es que nose, o quizás no sabría cómo explicarlo. Sólo se que cerré mis ojos como nunca, y que sentía que caía a velocidad extrema. Mis brazos cruzados contra mi pecho más apretados que nunca. Tensa. Y derepente escucho al camarógrafo y a mi instructor que me toca los brazos dándome pequeños golpecitos como para que los estire y disfrute. Fue en ese momento cuando abrí los ojos y wuauuuu!!!!! Fue lo más increíble!!! Recuerdo que en ese momento llegué a gritar de la emoción!! Ohhhhh!!!! Es lo máximoooooooooooo!!!!!!!
Y luego, abren el paracaídas (hasta ese momento seguía en los 20 segundos de caída libre). Ahí logré apaciguar mi adrenalina y realmente disfrutar del momento, el paisaje y todo. Estoy volando!!!! Mi felicidad era plena, y me sentía orgullosa de haberme tirado.
Cuando llegamos a suelo, con un aterrizaje perfecto por lo demás, volví a sentir la adrenalina, sentía que mis pies temblaban y cuando veo a Bernardo le digo «debimos habernos tirado del más alto!!!!» jajajajaja
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Mi aterrizaje perfecto. |
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Adrenalina pura y felicidad plena! |
En fin, para resumir, puedo decir que me encantó la experiencia, que es probable que lo repita alguna vez en mi vida, que aún así le sigo teniendo miedo a las alturas jajaja, y muchas gracias a Bernardo por convencerme durante 6 meses.
Gracias por convencerme, fue una increíble experiencia!
Por: Zlatica Vrsalovic
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